Historia del feminismo by Juan Sisinio Pérez Garzón

autor:Juan Sisinio Pérez Garzón [Garzón, Juan Sisinio Pérez]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Los Libros de La Catarata
publicado: 2018-11-16T08:13:52+00:00

LA MATERNIDAD Y LA NATALIDAD: CAMBIOS DEMOGRÁFICOS Y POLÍTICAS PÚBLICAS

En la primera mitad del siglo XX bajó la natalidad en todos los países occidentales, salvo los breves repuntes tras las dos guerras mundiales. De entonces viene la teoría de la “tran­­sición demográfica”, con las aportaciones del demógrafo estadounidense Warren Thompson en 1929, y luego las de Frank W. Notestein en 1953. Explicaron que los cambios demográficos se habían producido como parte de los cambios socioeconómicos y que se había pasado de una demografía premoderna (de Antiguo Régimen), con altas tasas de natalidad para compensar las también altas tasas de mortalidad, a otro régimen demográfico catalogado como moderno por tener bajas tasas de mortalidad, sobre todo de mortalidad infantil y, en un momento posterior inmediato, bajas tasas de natalidad. El proceso no fue homogéneo ni simultáneo en Occidente, pero presentaba una característica común, que las mejoras tecnológicas en industria y agricultura, más los avances médicos y las conquistas sociales (alfabetización, horarios de trabajo, higiene pública, etc.) redujeron la mortalidad infantil y en general la de todas las personas.

Se alargó así la esperanza de vida en los países más industrializados, pero, por inercia social e incluso por las mejoras económicas, en un primer momento se mantuvieron las altas tasas de natalidad, lo que dio paso a un crecimiento vegetativo muy considerable de la población. Sin embargo, al poco tiempo, los índices de natalidad comenzaron a bajar porque las mujeres accedían a la educación, al trabajo y a una mayor libertad para decidir en el matrimonio. En ese momento, comenzaba la ralentización del crecimiento de la población y eso produjo preocupación. Este proceso de transición se dio primero en los países de mayor desarrollo económico. Fue ya bien visible desde los años veinte y treinta del siglo XX y por eso lo estudiaron los demógrafos, pero sobre todo comenzó a preocupar a gobiernos y a los distintos sectores sociales. En esas décadas surgió por doquier una propaganda de enorme calado para revalorizar la maternidad, incluso con propuestas de que la mujer se dedicara en exclusiva al hogar.

Sin duda, que las mujeres trabajasen fuera del hogar era un factor a tener en cuenta, pero no se trataba del principal. Baste recordar, a título de ejemplo, que en la Francia de 1910 las mujeres suponían un 35 por ciento de la población activa, y a la altura de 1946 no habían pasado del 38 por ciento, de modo que la bajada de la natalidad no podía atribuirse solo al trabajo fuera del hogar. También en Gran Bretaña se había estabilizado el porcentaje femenino de población activa en apenas un tercio del total. De momento, en Europa el modelo de mujer moderna que se ha visto en las páginas anteriores llegaba de modo atenuado, pues las condiciones de las viviendas y los aparatos domésticos no eran como en Norteamérica, lo que implicaba todavía una carga laboral muy gravosa para las mujeres. La liberación de estas servidumbres no ocurriría hasta los años cincuenta y sesenta, gracias a los estados de bienestar y a la expansión del “modo de vida americano”.

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